Pamplona Actual

Desde Sarriguren, un venezolano desafía la represión con una protesta pacífica

“Quiero que la gente aquí sepa lo que está pasando en mi país”

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Un venezolano de 84 años ha decidido situarse en el paso de cebra de Reyno de Navarra 2 para reclamar una salida pacífica a la crisis de Venezuela. Con una bandera venezolana en mano, ha decidido manifestarse pacíficamente para dar a conocer la grave situación que atraviesa su país.

“Las elecciones del 28 de julio fueron otra farsa”, dice con evidente frustración. Este ciudadano denuncia que el gobierno de su país continúa manipulando los resultados electorales para mantenerse en el poder, un régimen que ya lleva casi treinta años en control desde la muerte de Hugo Chávez. “Había esperanza de que con estas elecciones la democracia pudiera volver, pero nuevamente hicieron trampa”, comenta.

La situación en Venezuela va más allá de lo político. La economía está en ruinas y la explotación ilegal de minas está destruyendo el ecosistema. “El país está en crisis en todos los aspectos”, afirma, señalando que la industria petrolera e hidroeléctrica del país, que alguna vez fue su orgullo, ahora está colapsada. Además, la represión es severa. “Ya van dos mil presos y más de veinte muertos entre los que protestan contra el gobierno”, relata.

Este venezolano ha llevado su protesta a diferentes lugares, incluyendo la Plaza del Castillo en Pamplona, y ahora ha decidido instalarse en Sarriguren para sensibilizar a la comunidad local sobre la crisis venezolana. “Quiero que la gente aquí sepa lo que está pasando en mi país”, explica, esperando que su mensaje llegue no solo a los pocos venezolanos que residen en la zona, sino también a otros latinoamericanos y vecinos de la localidad.

Su intención es continuar con esta protesta mientras tenga fuerzas. “Seguiré aquí todo el tiempo que pueda, hasta que se solucione el problema en Venezuela”, afirma con determinación. Sabe que la situación es complicada, especialmente porque el gobierno cuenta con el apoyo de los militares, pero confía en que la presión internacional y el respaldo de la comunidad puedan hacer la diferencia.

Su voz es la de miles de venezolanos que claman por un cambio, y aunque esté lejos de su tierra natal, su lucha sigue firme en cada día de protesta en Sarriguren.

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