Suele ser tentador diseñar un juego que pueda ser llevado a un aula y que pueda servir para el aprendizaje. El proceso de crear un juego es una mezcla de intuición, formada después de haber probado y analizado muchos juegos, y de conocimiento en diseño de juegos.
El diseño de juegos es la disciplina que analiza lo que hace que un juego sea interesante. Desde esta disciplina hay tres ideas que pueden resultar de ayuda para cualquier persona que esté diseñando un juego para el aprendizaje. A cada idea se puede asociar una pregunta que servirá para afrontar el diseño o valorar si es idóneo en un contexto de aprendizaje.
Idea 1: establecer un reto claro
Un buen juego es aquel donde quien juega sabe cuál es el objetivo y qué tiene que hacer para lograrlo. Esto se traduce en explicar claramente la condición de victoria (es decir, quién gana), y de final de partida (cuándo se acaba el juego). Cuando se diseña un juego es necesario preguntarse: ¿Qué deben hacer los jugadores para llegar al final de la partida y conseguir el objetivo deseado?
Idea 2: se debe de poder tomar decisiones para escoger la acción más adecuada
Un juego funciona si los jugadores tienen diferentes acciones para llevar a cabo, deben tomar decisiones y valorar las posibles consecuencias de cada una de ellas. La ausencia de decisiones (por ejemplo, cuando se tira un dado y se avanza sin poder escoger) es uno de los errores más habituales. Así que será necesario preguntarse: ¿Cuántas acciones diferentes se pueden llevar a cabo y qué consecuencias tiene cada una de ellas?
Idea 3: se debe de estar relacionado con lo que se quiere aprender
Como se trata de juegos para un contexto educativo, es necesario tener en cuenta que sean necesarios unos conocimientos para jugar, o que las acciones que se hacen o las interacciones, comentarios o estrategias elaboradas entre los jugadores puedan ser recogidas para relacionarlo con el aprendizaje.
Además, muchos juegos que se usan en el aula solo tienen en cuenta la memorización y la aplicación de los conocimientos. Sin embargo, en el siglo XXI es necesario centrarse en el pensamiento crítico o la capacidad creativa. La pregunta que debe formularse en este momento es: ¿De qué manera el juego fomenta el pensamiento crítico y la creatividad en los jugadores?
¿Cómo se puede aprender a crear buenos juegos educativos?
Es habitual clonar mecánicas de juegos ya existentes y simplemente modificar el tema. Esto puede ser un error porque no cambia ni las acciones que se llevan a cabo, ni las interacciones entre los jugadores. Así que la única relación del juego con el aprendizaje es la temática escogida.
Y otro error es crear un juego de cero sin tener conocimientos de diseño de juegos. Esta disciplina tiene una serie de reglas que deben aprenderse de forma teórica, y a través del diálogo y la reflexión.
Por este motivo, en los Máster de juego, gamificación y tecnología aplicados a la educación que se imparten en Enti-UB y Euneiz, hay una asignatura dedicada a aprender los rudimentos del diseño de juegos, y estos principios se tienen en cuenta en el momento de crear juegos de cualquier tipo, gamificaciones o cuando se usa la tecnología educativa.
Pero para empezar a crear, se pueden tener escritas las tres preguntas presentadas anteriormente en unas tarjetas blancas. Después de crear un juego, se analizan los juegos a la luz de estas tres ideas. De esta forma, despegándose de las propias creaciones, se pueden mejorar los primeros esbozos.