En los últimos tiempos estamos asistiendo a una serie de comentarios en las cuales se ignoran las diferencias existentes entre tiempo y clima, donde están de por medio los negacionistas climáticos, con el objeto de negar el cambio climático de carácter antropogénico.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) señala que por “cambio climático se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”.
La CMNUCC distingue entre “cambio climático”, en el que las actividades humanas alteran la composición atmosférica, y “variabilidad climática”, imputable a causas naturales. Las variaciones climáticas naturales se han sucedido a lo largo de la historia de la Tierra. Sin embargo, las actividades humanas interactúan ahora con los sistemas naturales y provocan el cambio. La denominación del cambio climático inducido por el ser humano es el “cambio climático antropogénico”.
El cambio climático no significa que desaparezca el invierno o que de repente el planeta se convierta en un horno. Además, la temperatura no cambia igual en todo el planeta ni en todas las zonas de su atmósfera. Y, por si fuera poco, el cambio climático no solo está cambiando la temperatura, sino también otros muchos aspectos de nuestro planeta.
Tiempo y clima son conceptos relacionados pero diferentes, aunque en muchas ocasiones se usen indistintamente. Cuando nos referimos al tiempo, hablamos de las condiciones atmosféricas en un lugar concreto, en un periodo muy corto de tiempo. Estos datos, en sí mismos, no son relevantes, porque depende de muchos factores que pueden no tener que ver con el cambio climático.
Cuando lo hacemos del clima, son los datos de temperaturas y precipitaciones de un lugar (o región) a lo largo de un periodo largo de tiempo. Este dato sí que es relevante, porque estas variaciones sí que afectan a los ecosistemas y a la sociedad. Se suele tomar como referencia 30 años.
A pesar de que, en la propia escuela o colegio, desde muy pequeños se enseñan las diferencias entre una cosa u otra, no solo los negacionistas niegan el carácter del cambio climático antropogénico, sino también hay dirigentes políticos que lo hacen. Así, por ejemplo, muchas personas nos acordaremos lo que dijo en el año 2007 Mariano Rajoy, declarando que no creía en el cambio climático, porque un primo suyo, que era catedrático de Física en la Universidad de Sevilla, le había dicho que no era posible predecir "ni el tiempo que va a hacer mañana en Sevilla", y, que, cómo íbamos a poder predecir las alteraciones climáticas que desde hace tiempo vienen denunciando las organizaciones ecologistas y menos determinar que existía el cambio climático, y que este fuera causado por la acción humana.
Siguiendo con otros ejemplos, tenemos en el año 2021, a Javier Lambán, siendo presidente de la Comunidad de Aragón, y actual senador, cuando dijo que “a la vista de las imágenes que nos deja la Tormenta Filomena no parece que el cambio climático vaya a suponer necesariamente la desaparición de la nieve. El año pasado ya fue muy pródigo con nuestras montañas en ese sentido”.
Estos ejemplos, a los que se podrían añadir muchos más, son una muestra de políticos negacionistas del cambio climático o, al menos, retardistas, y que son la base de la no diferenciación entre tiempo y clima. En el caso de Aragón, se le podría sumar la política de ampliación de la superficie esquiable en los Pirineos, que sigue actualmente el gobierno del PP, cuando no hay nieve, y según estudios realizados por el Observatorio Pirenaico del Cambio Climático (OPCC), el 63% de las estaciones de los Pirineos será inviable sin nieve artificial en un escenario de 2oC de calentamiento, incluso enchufadas al soporte artificial de los cañones, y tendrían que cerrar. No es un futuro demasiado lejano: en los Pirineos la temperatura ya ha subido 1,3 ºC en los últimos 60 años, un 30% más que la media global.
Pero siguiendo con los negacionistas climáticos, que son los mismos que niegan la violencia de género, repasaré a continuación algunas de sus grandes falsedades y mentiras, y las grandes certezas que señala la comunidad científica.
“El clima siempre ha cambiado. Antes de que el ser humano se pusiera a emitir gases de efecto invernadero a lo loco, el clima ya cambiaba. Es imposible que sea solo nuestra culpa”, vienen a decir los negacionistas climáticos. Pero la realidad científica señala que “la acumulación de CO2 y otros gases de efecto invernadero nunca han sido tan elevadas como en los últimos 70 años. Es cierto que la naturaleza puede provocar cambios en el clima (volcanes, actividad solar, efecto de las nubes, etcétera), pero no ha existido un hecho más relevante que las emisiones provocadas por el ser humano en los últimos tiempos”.
“En invierno sigue haciendo frío. Este invierno ha caído una nevada histórica donde vivo y el estanque del parque se ha congelado”. La realidad científica señala que “las temperaturas concretas en un lugar concreto no deben tomarse como la tendencia del clima a largo plazo. Para saber cuál es la tendencia climática debemos fijarnos en los datos durante un largo periodo de tiempo. Y cada año esta tendencia es al alza, aunque en un lugar concreto o un año determinado, las temperaturas hayan sido más bajas. Además, que haya habido una ola de frío en tu ciudad, no quita que haya habido tres de calor extremo.
Ante tanto bulo, desinformación y falsedades por parte de los negacionistas climáticos, es fundamental referirse en todo momento a las informaciones que con sumo rigor nos trasmite la comunidad científica. Dicho todo esto, es necesario aclarar que muchas de estas afirmaciones realizadas desde la derecha y la extrema derecha española no son producto de la ignorancia, desconocimiento o tonterías de quien las dice, sino responden a estrategias comunicativas orientadas a generar desinformación, vaciar de contenido el sentido de la urgencia de la crisis climática, y como tales deben ser confrontadas, con argumentos sólidos, científicos y demostrables.
Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente