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Guardianes para la prevención de conductas suicidas en los campus

Patricia García-Pazo, Universitat de les Illes Balears; Elena Gervilla, Universitat de les Illes Balears; Joan Miquel Gelabert Mir, Universitat de les Illes Bal

Publicado: 15/05/2024 ·
19:58
· Actualizado: 15/05/2024 · 20:04

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El suicidio es un problema de salud pública que provoca más de 730 000 muertes anuales en el mundo, siendo la principal causa de muerte no natural en muchos países, especialmente en el colectivo de adolescentes y jóvenes. Nos enfrentamos a un enemigo silencioso que se lleva consigo a demasiadas personas cada día. Pero la prevención del suicidio no es solo una cuestión de números, es una tarea que nos incumbe a todos. Hay algo que podemos hacer al respecto: podemos aprender a reconocer las señales, a tender una mano amiga y a facilitar recursos de ayuda.<

Para prevenir y abordar la conducta suicida (tener pensamientos relacionados con quitarse la vida o llegar a intentarlo), parte de los objetivos de desarrollo sostenible incluidos en la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas, existen modelos explicativos, como la teoría interpersonal del suicidio de Thomas Joiner. Estos modelos ayudan a comprender este problema y a desarrollar estrategias preventivas desde los tres componentes de la conducta suicida: la sensación de pertenencia frustrada, el sentimiento de ser una carga para los demás y la capacidad de hacerse daño.

Además, los modelos y teóricos basados en la teoría cognitiva social, o la Teoría de la Conducta Planificada, dan la base explicativa a cómo las personas toman decisiones y en concreto la decisión de intentar acabar con su vida.

Estos modelos identifican factores que afectan a la toma de esta decisión y que pueden conocerse con formación específica: el conocimiento sobre el suicidio, las creencias y actitudes sobre su prevención, así como la autoeficacia.

Detectar e intervenir

Para prevenir la conducta suicida es necesario que seamos capaces no sólo de identificar las señales de alerta que emite una persona que tiene intención de suicidarse, sino también que tomemos la decisión de actuar.

En cualquier caso siempre hay que tener en cuenta que el suicidio es un fenómeno con múltiples causas. Prevenirlo de manera integral es un desafío complejo que requiere la coordinación de intervenciones desde distintos sectores.

La prevención del suicidio en la universidad

Las universidades reproducen comunidades con gran influencia social. Además son los puntos de encuentro clave para los jóvenes, en una etapa de consolidación de su estilo de vida y de creación de vínculos sociales duraderos que contribuyen al desarrollo personal y profesional de los individuos. En ellas se forman los futuros profesionales que tendrán un impacto significativo en la salud de nuestra sociedad.

En el contexto universitario, una estrategia de prevención de la conducta suicida que se puede realizar es la formación de “guardianes”, personas encargadas de identificar señales de alerta de riesgo de suicidio, brindar apoyo emocional en momentos de crisis y derivar a recursos de atención especializados. Aunque estas figuras podrían ser importantes en la prevención del suicidio, escasean las investigaciones que evalúan el impacto de su rol en las tasas de suicidio y en la conducta suicida.

GUIAS: Gestores Universitarios en Intervención y Ayuda a la prevención del Suicidio

Hemos puesto en marcha un proyecto piloto con la formación de guardianes en el campus de la Universidad de las Islas Baleares (UIB). El primer paso fue identificar las necesidades de las personas que conforman la comunidad universitaria. Un total de 703 participantes (72,97 % de ellos mujeres) respondieron a un cuestionario que abordaba su nivel basal de formación en conductas suicidas, conocimientos sobre el tema, creencias erróneas acerca del suicidio y su conocimiento sobre los recursos de ayuda disponibles en la comunidad.

Los resultados revelaron una carencia de formación entre el alumnado en lo que respecta al suicidio, así como una falta de conocimiento sobre los recursos de ayuda existentes en la universidad. Aunque la mayoría (80 %) reconoció la gravedad del problema, solo el 14,8 % de la muestra (104 personas) dice haber recibido formación al respecto, mientras que un 3,27 % expone haber adquirido conocimientos mediante experiencias personales (ideación e intentos) o de allegados. Por otro lado, el 80,23 % de los participantes identifica los teléfonos de atención en crisis, como el 112 y el 061 (SAMU de Baleares). Aunque sólo el 49,34 % acudiría a un servicio de urgencias por este motivo.

Una formación voluntaria

Las estrategias de intervención se desarrollaron en el curso académico 2023–2024. Ofrecimos a estudiantes de grado o posgrado dos sesiones formativas en prevención del suicidio; la primera de alfabetización y la segunda enfocada al manejo inicial y a conocer los recursos de ayuda. En los cursos se trabaja la epidemiología del suicidio, se debaten los mitos, se dan a conocer factores de riesgo y factores protectores y se enseña a identificar señales de alarma que emiten las personas que tienen intención de suicidarse. Además, durante la segunda sesión, y mediante metodología de simulación clínica, se entrena el abordaje inicial de la persona con conducta suicida.

Después de estas formaciones invitamos a los participantes (alumnado y profesorado) a continuar formándose para ser “GUIAS” en la prevención de la conducta suicida. Se les ofrece una formación híbrida (presencial y en línea) de más de 10 horas para capacitarlos en ayudar y acompañar a personas que atraviesan por crisis emocionales, destacando el rol que tendrían en la detección temprana y el apoyo inicial a las personas en riesgo de suicidio.

Estrategias de regulación emocional

Los contenidos de esta formación se dividen en dos bloques, el primero de prevención del suicidio y el segundo de gestión emocional. En este segundo bloque incorporamos estrategias de regulación emocional a través del Protocolo Unificado que utiliza técnicas cognitivo-conductuales para abordar trastornos emocionales, incluidas la depresión y la ansiedad.

El objetivo es que tras las diez horas estas personas sean capaces de identificar y modificar patrones de pensamiento y comportamiento disfuncionales, promoviendo estrategias de afrontamiento adaptativas para reducir la sintomatología emocional. Los “GUÍAS” aprenden los procesos emocionales y psicopatológicos de la ansiedad, así como estrategias de autorregulación emocional.

Para conseguir que los GUIAS actúen, pusimos en marcha simulaciones clínicas con pacientes estandarizados (interpretados por una actriz).

Han pasado por este programa 15 profesores y 42 estudiantes de las diferentes facultades, el 40 % de los cuales no se veía capaz, antes de la formación, de preguntar a alguien sobre el suicidio ni de persuadirle para pedir ayuda.

Un problema de todos

El éxito de este proyecto radica en gran parte en la integración efectiva en las guías docentes de la formación en suicidio y la participación de los docentes.

La prevención del suicidio no es exclusiva de los especialistas en salud mental, sino que puede ser llevada a cabo por la comunidad universitaria en su conjunto. Mediante la capacitación de alumnado y profesorado para actuar como guardianes en la prevención de la conducta suicida, se reconoce la importancia de la comunidad universitaria en el cuidado y apoyo de la salud mental de sus miembros.

La continuidad y fortalecimiento de estos programas son esenciales para avanzar en la prevención del suicidio y promover una mayor sensibilización sobre la salud mental en el entorno universitario.


Este artículo y el proyecto en el que se basa se han realizado con la colaboración de Daniel J. López-Vega, experto en psicología sanitaria de la Junta de Andalucía y presidente de Papageno.es, asociación en prevención y postvención de la conducta suicida, y Paula Nadal Canet, estudiante del grado de Enfermería en la UIB.The Conversation

Patricia García-Pazo, Profesora del departamento de Enfermería, Universitat de les Illes Balears; Elena Gervilla, Associate professor, Universitat de les Illes Balears; Joan Miquel Gelabert Mir, Psicologia clinica, Universitat de les Illes Balears y Joella Anupol Barcebal, Estudiante de Doctorado (Psicología), Universitat de les Illes Balears

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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